Un doble aprobado en proyectos 8 y 9 merece una entrada :)
Feliz salida y entrada de año!!
Nos vemos :)
jueves, 30 de diciembre de 2010
lunes, 20 de diciembre de 2010
entrega final edificio hibrido en gran vía
01
02
03
04
05
06
07
08
Y aquí están los 8 A1 que resumen estos últimos meses, lo miro y estoy orgulloso, aunque la entrega no haya llegado a donde esperaba que llegaría, pero entre todo el lío de plantas secciones y demás documentos puedo ver un proyecto que intenta ser real, pese a todas las idas de cabeza que haya podido haber, o todos los líos mentales que me haya podido producir, o que haya salido de unos diagramas. El trabajo de curso ha sido intenso y gratificante.
Gracias Jose Manuel, por ponerme los pies en la tierra cuando estaba desvariando demasiado, por hacerme ver que es un proyecto de arquitectura.
Gracias Cristina, por hacerme volar, porque las cátedras blancas no tienen porque ser blancas del todo
Gracias Cristina, por hacerme ver que el discurso es tan importante o más que el hecho de que el proyecto sea bueno, y por animarme a ir por un camino diferente
Gracias Javier, por solucionarme las últimas dudas con la estructura (pese a que no haya mucho de estructura en la entrega) y por decirme que mi proyecto se vendía pero con una base sólida (aunque empiezo a dudar de ella :) )
Vaya...jejeje queda como un poco peloteo, pero no lo es, también me gustaría agradecer a toda la gente que ha seguido el blog, me haya comentado o no...
Alex
02
03
04
05
06
07
08
Y aquí están los 8 A1 que resumen estos últimos meses, lo miro y estoy orgulloso, aunque la entrega no haya llegado a donde esperaba que llegaría, pero entre todo el lío de plantas secciones y demás documentos puedo ver un proyecto que intenta ser real, pese a todas las idas de cabeza que haya podido haber, o todos los líos mentales que me haya podido producir, o que haya salido de unos diagramas. El trabajo de curso ha sido intenso y gratificante.
Gracias Jose Manuel, por ponerme los pies en la tierra cuando estaba desvariando demasiado, por hacerme ver que es un proyecto de arquitectura.
Gracias Cristina, por hacerme volar, porque las cátedras blancas no tienen porque ser blancas del todo
Gracias Cristina, por hacerme ver que el discurso es tan importante o más que el hecho de que el proyecto sea bueno, y por animarme a ir por un camino diferente
Gracias Javier, por solucionarme las últimas dudas con la estructura (pese a que no haya mucho de estructura en la entrega) y por decirme que mi proyecto se vendía pero con una base sólida (aunque empiezo a dudar de ella :) )
Vaya...jejeje queda como un poco peloteo, pero no lo es, también me gustaría agradecer a toda la gente que ha seguido el blog, me haya comentado o no...
Alex
viernes, 17 de diciembre de 2010
domingo, 12 de diciembre de 2010
sábado, 11 de diciembre de 2010
Una imagen val mas que mil palabras
jueves, 9 de diciembre de 2010
Paneles
miércoles, 8 de diciembre de 2010
Entre rigurosidades constructivas...
No soy demasiado amigo de los 3D, pero la verdad que para aclararme la forma en que se construye esta fachada (que se me estaba yendo de las manos) me viene bastante bien...
La fachada está compuesta por distintos módulos de prefabricados de hormigón con distintas texturas y color, para que el edificio sea una exposición en sí mismo...
La fachada está compuesta por distintos módulos de prefabricados de hormigón con distintas texturas y color, para que el edificio sea una exposición en sí mismo...
lunes, 29 de noviembre de 2010
Entrega 29_11
Aunque la entrega no llega a la calidad gráfica que hubiese esperado, el resultado en mi cabeza es bueno, logro entender mi edificio como un todo, ahora queda dibujarlo de manera que se entienda, con todas las proyecciones que hacen que el proyecto sea como es.
El problema con la sección viene dado por la manera de dibujarla: la fachada pretende tener más movimiento del que aparentemente tiene, con las bandas horizontales variando en su posición (plano xy) de manera que se lea un movimiento que deje entrar la luz a parte de los grandes huecos, por rendijas que queden entre las bandas horizontales
La rampa de parking existe, de manera que bajo la entrada al aparcamiento robotizado al nivel -1, de donde salen tres plataformas, que logran agilizar la entrada y salida de vehículos, y dejando un espacio de aparcamiento tradicional para vehículos de gran tamaño.
El problema con la sección viene dado por la manera de dibujarla: la fachada pretende tener más movimiento del que aparentemente tiene, con las bandas horizontales variando en su posición (plano xy) de manera que se lea un movimiento que deje entrar la luz a parte de los grandes huecos, por rendijas que queden entre las bandas horizontales
La rampa de parking existe, de manera que bajo la entrada al aparcamiento robotizado al nivel -1, de donde salen tres plataformas, que logran agilizar la entrada y salida de vehículos, y dejando un espacio de aparcamiento tradicional para vehículos de gran tamaño.
domingo, 28 de noviembre de 2010
Cartela
lunes, 22 de noviembre de 2010
Cemex Revolution
Al final he caído, la gripe se ha apoderado de mi. Días de manta, sopa y frenadol. Me tendré que conformar con ver el instituto francés desde fuera :(
En cuanto al proyecto:
Era la escala, eso es. La escala que daba la fachada de círculos al edificio no favorecía nada. Eran demasiado protagonistas y, aunque estéticamente me resultaba atractivo, no se adecuaba ni al lugar ni al proyecto.
Entre las pruebas y ensayos:
Llegó el momento de ordenar las ideas:
- Diluir los límites entre las fachadas.
- Dar un mismo tratamiento en todo el edificio, de manera que se pueda concebir como unidad, y no como cinco bloques.
- Asignación automática de huecos de fachada según necesidades de luz, de vistas o de intimidad.
- Publicitar el hormigón como material atractivo.
- Adaptar la escala de la fachada al edificio y a la Gran Vía
y es que hay otras formas de unificar un conjunto!!
La función publicitaria había pensado en plasmarla haciendo un catálogo de productos en fachada, convirtiéndola, de alguna manera, en una parte más de la exposición. Ésto también me genera un miedo: ¿Cómo conseguir que un catálogo de productos no se vea como una yuxtaposición de distintos tratamientos en fachada?
Por último, hablar de las plantas, que al final se han convertido en algo similar al alzado, ya que se lee como una banda continua que entra y sale desde la medianera a la fachada y viceversa.
Intentaré ir mañana o pasado para corregir en directo antes de la entrega
En cuanto al proyecto:
Era la escala, eso es. La escala que daba la fachada de círculos al edificio no favorecía nada. Eran demasiado protagonistas y, aunque estéticamente me resultaba atractivo, no se adecuaba ni al lugar ni al proyecto.
Entre las pruebas y ensayos:
Llegó el momento de ordenar las ideas:
- Diluir los límites entre las fachadas.
- Dar un mismo tratamiento en todo el edificio, de manera que se pueda concebir como unidad, y no como cinco bloques.
- Asignación automática de huecos de fachada según necesidades de luz, de vistas o de intimidad.
- Publicitar el hormigón como material atractivo.
- Adaptar la escala de la fachada al edificio y a la Gran Vía
y es que hay otras formas de unificar un conjunto!!
La función publicitaria había pensado en plasmarla haciendo un catálogo de productos en fachada, convirtiéndola, de alguna manera, en una parte más de la exposición. Ésto también me genera un miedo: ¿Cómo conseguir que un catálogo de productos no se vea como una yuxtaposición de distintos tratamientos en fachada?
Por último, hablar de las plantas, que al final se han convertido en algo similar al alzado, ya que se lee como una banda continua que entra y sale desde la medianera a la fachada y viceversa.
Intentaré ir mañana o pasado para corregir en directo antes de la entrega
miércoles, 17 de noviembre de 2010
Una vuelta de tuerca
Unificar el edificio:
Proyectamos un híbrido, no una amalgama de programas superpuestos. Hacemos un edificio, debemos aportar las bondades del hormigón...
Tras un intenso estudio de ritmos en la Gran Vía, y una identificación de las necesidades propias del programa...
Quizás no sea del todo acertado, pero aporta lo que busco de mi fachada: Diluyo los límites entre una fachada "principal" y otra secundaria, el ritmo de los huecos constituye una lectura de las actividades del interior, es una llamada de atención del producto que queremos publicitar
Espero comentarios...
Proyectamos un híbrido, no una amalgama de programas superpuestos. Hacemos un edificio, debemos aportar las bondades del hormigón...
Tras un intenso estudio de ritmos en la Gran Vía, y una identificación de las necesidades propias del programa...
Quizás no sea del todo acertado, pero aporta lo que busco de mi fachada: Diluyo los límites entre una fachada "principal" y otra secundaria, el ritmo de los huecos constituye una lectura de las actividades del interior, es una llamada de atención del producto que queremos publicitar
Espero comentarios...
miércoles, 10 de noviembre de 2010
sábado, 6 de noviembre de 2010
Diálogos con el solar
miércoles, 3 de noviembre de 2010
Sección Programática
Como dije ayer en clase, la sección está empezando a sufrir desviaciones propias del lugar, del programa que contiene y de las relaciones entre programas, provocando unas tensiones que modifican la forma de los volúmenes.
El proceso sigue con las deformaciones en planta y las comunicaciones (tanto horizontales como verticales) de manera que se pueda seguir leyendo el proyecto como en los diagramas del control.
Esquema de las desviaciones sufridas
Deformaciones de forjados y superposición de usos
El programa se va depurando, y aparecen las relaciones mas claras, el volumen edificado aparece en sección como parte del suelo, el espacio público se expande buscando los límites y moldeando el forjado, que se adapta a cada situación...
Todavía se seguirá deformando, hasta llegar al equilibrio
déformations from Viralata on Vimeo.
domingo, 24 de octubre de 2010
miércoles, 20 de octubre de 2010
Tempos gran vía
Ha costado, pero ya esta subido el video
Grupo eLe_eMes
El análisis de las visuales y las fotos de la maqueta donde mostramos la densidad de movimientos se pueden ver en el blog de María Lózano
Grupo eLe_eMes
El análisis de las visuales y las fotos de la maqueta donde mostramos la densidad de movimientos se pueden ver en el blog de María Lózano
miércoles, 13 de octubre de 2010
Linked Hybrid
Ficha técnica:
* Arquitecto: Steven Holl Architects
* Cliente: Moderno Verde Development Co., Ltd. Beijing
* Lugar: Beijing, China.
* Fecha: 2003-2009
* Tamaño: 220.000 m2.
* Estado: Finalizado
La urgente necesidad de viviendas en un país con alta densidad de población como es China, agravada por una economía en auge y el desplazamiento poblacional, sobre todo desde la zona de la presa del río Yang-Tze (Yang-Tse-Kiang), deja poco espacio y tiempo para diseñar de manera creativa.
Pekín (Beijing), con más de 17,4 millones de habitantes y una creciente clase media ansiosa por cambiar sus viviendas de la era Mao por nuevos departamentos, ha visto en la última década como barrios enteros de casa bajas, casas con patios en las viejas calles y callejones, conocidas como hutong, han dado paso a nuevas torres de viviendas, solas o en grupos cerrados a las cuales se han trasladado la mayoría de las familias con ingresos medios, siendo los chinos de escasos medios económicos o los extranjeros los encargados de restaurar o modernizar las viejas cajas patio.
En este clima, con el diseño y desarrollo del complejo Linked Hybrid, Steven Holl Architects ha creado un nuevo y bien venido concepto de vivienda colectiva.
Con una superficie de 220.000 metros cuadrados el complejo habitacional está formado por ocho torres unidas por ocho puentes y albergando además una gran variedad de servicios públicos.
domingo, 10 de octubre de 2010
Híbridos
Unos cuantos ejemplos de edificios híbridos
Neuer Augustinerhof
Nieto y Sobejano, Nurumberg
Scala Tower
BIG, Copenhagen
Linked Hybrid
Steven Holl, Beijing
Bryghusprojektet
OMA, Copenhagen
Pero, ... ¿Qué es un híbrido?
Hybrid versus Social Condenser
Aurora fernández Per
Más artículos
Neuer Augustinerhof
Nieto y Sobejano, Nurumberg
Scala Tower
BIG, Copenhagen
Linked Hybrid
Steven Holl, Beijing
Bryghusprojektet
OMA, Copenhagen
Pero, ... ¿Qué es un híbrido?
Hybrid versus Social Condenser
Aurora fernández Per
En la búsqueda de modelos capaces de economizar recursos, los Edificios Híbridos y sobre todo aquellos con uso residencial, son especímenes de oportunidad que incluyen en su código el gen de la mixicidad, imprescindible para adaptarse al signo de los tiempos. Sin embargo, esta condición mixta les hace equívocamente parecidos a otro modelo surgido de las vanguardias, que a primera vista puede considerarse como su precursor, cuando es todo lo contrario. Se trata del Condensador Social.
En el primer estudio realizado sobre los híbridos, Joseph Fenton establece que surgieron en el primer cuarto del siglo XX, con el fin de revitalizar las ciudades americanas y rentabilizar la ocupación del suelo.
De manera simultánea, el movimiento constructivista da a luz el condensador social.
Fue descrito por Moisei Ginzburg como un edificio diseñado para transformar las relaciones entre los hombres en los tres ámbitos del nuevo estado socialista: la vivienda colectiva, el club y fábrica.
Ambos son hijos del periodo de vanguardias, cuando los acontecimientos históricos propiciaron una tabla rasa fecunda en nuevos planteamientos. El condensador se desarrolla en la recién creada Unión Soviética, donde la disponibilidad del suelo era absoluta y la necesidad de vivienda acuciante. Una oportunidad de experimentación que los arquitectos constructivistas encuadrados en la OSA (Asociación de Arquitectos Contemporáneos), no dudaron en aprovechar. En el concurso sobre nuevas propuestas residenciales, convocado en 1927 por la revista del grupo, Sovremennaya Arkhitektura, aparecen por primera vez proyectos con viviendas en dúplex o tríplex, calles interiores y galerías de acceso. Ginzburg desarrolla algunas de estas propuestas, que cristalizan en la célula de vivienda mínima (27-30 m2), con la que compone los grandes bloques residenciales dom-komuna. Servirán para alojar a las masas proletarias y tendrán como objetivo influir en el comportamiento social de sus habitantes. La mayor parte de las actividades, hasta entonces propias de la vida privada, transcurre en cocinas, cantinas, lavanderías o guarderías comunes.
El diseño de las circulaciones consideraba a los flujos, por primera vez, como oportunidades para el evento y la socialización. La colectivización de la mayoría de las funciones domésticas facilitaba la incorporación de la mujer a la vida pública, a costa, entre otros efectos colaterales, de soportar la vigilancia mutua y reforzar el control comunitario. La reducción de la intimidad al espacio del dormitorio era una buena manera de aventar los convencionalismos burgueses.
El condensador social nace, por tanto, del vientre del Estado soviético, mientras el híbrido, es una criatura que sale de la entraña del sistema capitalista. Es el resultado mercantil de una suma de intereses privados y de una resta de condicionantes urbanos. La especulación y la rentabilidad fueron sus progenitores; la ciudad americana, su jardín de infancia. Mientras el condensador era la concreción de una ideología e incluso una loa a la arquitectura , la historia del híbrido se escribía en los libros de contabilidad.
De un lado, en el joven estado soviético bullía la experimentación, de la que bebían los arquitectos europeos modernos, que luego la insertaban en un discurso menos inflamado y la presentaban en los congresos CIAM. Del otro lado, el precio del suelo espoleaba la inventiva de los inversores. Europa ignoraba el desarrollo de la ciudad americana, en donde la ideología no formaba parte del programa.
El condensador era resultado del pensamiento funcional, que constituía la luz y la guía del método constructivista: “un método que indica con determinación al arquitecto la vía a seguir, que sugiere una solución para su problema, teniendo en cuenta las premisas a las que se enfrenta”.
El híbrido era igualmente el resultado de un pensamiento funcional, pero a una escala en la que los flujos de usuarios tenían tanta importancia como los flujos económicos. Mientras el condensador concentra toda su capacidad de transformación sobre los integrantes de una comunidad cerrada –los habitantes de la vivienda comunal, los miembros de club, los trabajadores de una fábrica– el híbrido se abre a la ciudad y favorece el contacto entre desconocidos, intensifica el uso del suelo, densificando a la vez las relaciones, y deja margen para la indeterminación, frente al control que impone el condensador.
En cuanto a las relaciones, en el híbrido se establecen fuera del espacio doméstico, mientras que en el condensador se adentran en la esfera de lo privado y llegan hasta la puerta del dormitorio.
¿Por qué se produce, en la actualidad, ese equívoco entre híbridos y condensadores?
Los híbridos se caracterizan por la mezcla de usos dentro de un mismo proyecto; integran diferentes programas, que a su vez tienen diferentes promotores, diferentes gestiones y, por supuesto, diferentes usuarios. Es decir, un híbrido puede ser tan diverso como una ciudad, en usuarios, en tiempos de uso y en programa.
Por su parte, los condensadores –que han seguido desarrollándose hasta los años 80, debido a la influencia que los constructivistas tuvieron en Le Corbusier y en sus seguidores– , eran en su mayoría edificios de vivienda mínima en donde, por cuestiones económicas e ideológicas, se segregaron una serie de funciones de la vida privada y se convirtieron en públicas.
La visión maquinista de la vivienda invitaba a separar las funciones como quien separa los procesos productivos. Y de la misma manera que los procesos productivos se abaratan ajustando al máximo el espacio, también la sistematización y compactación de las funciones vitales revierten en un ahorro para el promotor, en este caso el Estado.
La peculiaridad programática de estos prototipos –capaces de alojar a más de 1.000 habitantes–, se despliega en planta y sección con la variedad de una pequeña ciudad. Pueden encontrarse las mismas funciones que en un híbrido, sobre todo en las Unités y sus descendientes, en las que se insertan comercios e incluso oficinas en la denominada calle interior. Sin embargo la diferencia estriba en que todas las funciones están pensadas, no para crear intensidad y vitalidad en la ciudad, no para atraer flujos de usuarios externos, ni tampoco para favorecer la mezcla ni la indeterminación, sino para conseguir un edificio autosuficiente y “completo” que pueda aislarse de la ciudad convencional.
Es decir, que la presencia en planta y sección de varias funciones subordinadas no otorga categoría de híbrido a un edificio de vivienda. De la misma manera que un equipamiento que incluya un variado programa de uso público no sería un híbrido, sino una versión moderna del condensador social, en su modalidad club. La hibridación no es sólo de programa, sino también de iniciativa, de inversión y de gestión.
Rem Koolhaas –un rendido seguidor de los constructivistas–, durante su recorrido delirante por la historia de Nueva York, se detiene en el Downtown Athletic Club y lo describe como un edificio en el que por primera vez han triunfado los poderes de transformación del condensador social constructivista.
No se refiere a la versión para vivienda comunal, sino a la tipología del club de trabajadores. El programa en altura de un edificio dedicado al ocio y al culto del cuerpo, por el que los solteros del distrito financiero ascendían hasta “alcanzar nuevos estratos de madurez, transformándose para ello en seres nuevos” le pareció la culminación de los ensayos hechos por Leonidov en los años veinte, con la diferencia de que el Downtown no necesitó el visto bueno de Stalin y pudo construirse.
Es sintomático que se detenga en este edificio y lo compare con un condensador porque, si hacemos caso a Fenton, dicho edificio es un híbrido que se compone de un club deportivo en las plantas inferiores, un hotel en las superiores y un restaurante en el centro para los usuarios de ambos programas. Sin embargo, que de una misma realidad puedan extraerse análisis tan dispares, es sintomático del potencial que engendraban los primeros híbridos y que la segregación de usos, que siguió a la Carta de Atenas, relegó al olvido durante varias décadas.
El híbrido americano fue herido de muerte después de la Segunda Guerra Mundial. Su coetáneo el condensador había sucumbido mucho antes, no sólo en su versión club, considerado por los estalinistas un prototipo demasiado elitista, sino también en su versión doméstica.
Las dom-komuna fueron rechazadas por los propios habitantes, deseosos de mayor intimidad y por sus dirigentes, pues demostraron ser unas estructuras inmanejables con la tecnología de la época.
Sin embargo, estas dos visiones del mundo, representadas en sendos modelos antagónicos, el hijo de la ideología frente el hijo del dinero, han seguido reencarnándose, con mayor o menor intensidad hasta nuestros días. En el curso de los últimos 80 años los condensadores han sufrido algunas derrotas, la mayoría debidas a su deseo de programar y enclaustrar la vida de sus usuarios –los casos de Corviale o Park Hill han sido los más dolorosos para los defensores del modelo. Mientras, los híbridos han tenido una época de mutación en manzana híbrida, para atraer la inversión y facilitar la gestión, con resultados como el Barbican o Ihme Zentrum, que junto con otros ejemplos notables se incluyen en el análisis comparativo que acompaña a este texto.
En los últimos años, el balance de modelos a seguir parecía favorecer al híbrido. Después del repunte teórico de los ochenta, del que han quedado ejemplos en la obra de Steven Holl y de Ábalos & Herreros, entre otros autores, reapareció a principios del siglo XXI, de nuevo como el salvador de las ciudades americanas, a través de proyectos como el Museum Plaza. Desprovisto de carga ideológica y dotado de una gran versatilidad, el híbrido está encontrando también su lugar en Europa, por no hablar de Asia, donde la mezcla de usos ha sido consustancial al desarrollo de sus ciudades.
Es posible que el híbrido haya vampirizado el poder de su antagonista para modelar la conducta humana -aunque no en la dirección que habían previsto los idealistas rusos- y lo haya añadido a su capacidad natural para activar la ciudad. Su vigor de híbrido le favorece en situación de crisis, aunque tiene el talón débil de la financiación. No es un prototipo disciplinar, sino una concentración de intereses, no se basa en la tradición sino en el futuro y su supervivencia depende del consenso. Que lo confundan con un condensador social es, sin duda, lo de menos.
En el primer estudio realizado sobre los híbridos, Joseph Fenton establece que surgieron en el primer cuarto del siglo XX, con el fin de revitalizar las ciudades americanas y rentabilizar la ocupación del suelo.
De manera simultánea, el movimiento constructivista da a luz el condensador social.
Fue descrito por Moisei Ginzburg como un edificio diseñado para transformar las relaciones entre los hombres en los tres ámbitos del nuevo estado socialista: la vivienda colectiva, el club y fábrica.
Ambos son hijos del periodo de vanguardias, cuando los acontecimientos históricos propiciaron una tabla rasa fecunda en nuevos planteamientos. El condensador se desarrolla en la recién creada Unión Soviética, donde la disponibilidad del suelo era absoluta y la necesidad de vivienda acuciante. Una oportunidad de experimentación que los arquitectos constructivistas encuadrados en la OSA (Asociación de Arquitectos Contemporáneos), no dudaron en aprovechar. En el concurso sobre nuevas propuestas residenciales, convocado en 1927 por la revista del grupo, Sovremennaya Arkhitektura, aparecen por primera vez proyectos con viviendas en dúplex o tríplex, calles interiores y galerías de acceso. Ginzburg desarrolla algunas de estas propuestas, que cristalizan en la célula de vivienda mínima (27-30 m2), con la que compone los grandes bloques residenciales dom-komuna. Servirán para alojar a las masas proletarias y tendrán como objetivo influir en el comportamiento social de sus habitantes. La mayor parte de las actividades, hasta entonces propias de la vida privada, transcurre en cocinas, cantinas, lavanderías o guarderías comunes.
El diseño de las circulaciones consideraba a los flujos, por primera vez, como oportunidades para el evento y la socialización. La colectivización de la mayoría de las funciones domésticas facilitaba la incorporación de la mujer a la vida pública, a costa, entre otros efectos colaterales, de soportar la vigilancia mutua y reforzar el control comunitario. La reducción de la intimidad al espacio del dormitorio era una buena manera de aventar los convencionalismos burgueses.
El condensador social nace, por tanto, del vientre del Estado soviético, mientras el híbrido, es una criatura que sale de la entraña del sistema capitalista. Es el resultado mercantil de una suma de intereses privados y de una resta de condicionantes urbanos. La especulación y la rentabilidad fueron sus progenitores; la ciudad americana, su jardín de infancia. Mientras el condensador era la concreción de una ideología e incluso una loa a la arquitectura , la historia del híbrido se escribía en los libros de contabilidad.
De un lado, en el joven estado soviético bullía la experimentación, de la que bebían los arquitectos europeos modernos, que luego la insertaban en un discurso menos inflamado y la presentaban en los congresos CIAM. Del otro lado, el precio del suelo espoleaba la inventiva de los inversores. Europa ignoraba el desarrollo de la ciudad americana, en donde la ideología no formaba parte del programa.
El condensador era resultado del pensamiento funcional, que constituía la luz y la guía del método constructivista: “un método que indica con determinación al arquitecto la vía a seguir, que sugiere una solución para su problema, teniendo en cuenta las premisas a las que se enfrenta”.
El híbrido era igualmente el resultado de un pensamiento funcional, pero a una escala en la que los flujos de usuarios tenían tanta importancia como los flujos económicos. Mientras el condensador concentra toda su capacidad de transformación sobre los integrantes de una comunidad cerrada –los habitantes de la vivienda comunal, los miembros de club, los trabajadores de una fábrica– el híbrido se abre a la ciudad y favorece el contacto entre desconocidos, intensifica el uso del suelo, densificando a la vez las relaciones, y deja margen para la indeterminación, frente al control que impone el condensador.
En cuanto a las relaciones, en el híbrido se establecen fuera del espacio doméstico, mientras que en el condensador se adentran en la esfera de lo privado y llegan hasta la puerta del dormitorio.
¿Por qué se produce, en la actualidad, ese equívoco entre híbridos y condensadores?
Los híbridos se caracterizan por la mezcla de usos dentro de un mismo proyecto; integran diferentes programas, que a su vez tienen diferentes promotores, diferentes gestiones y, por supuesto, diferentes usuarios. Es decir, un híbrido puede ser tan diverso como una ciudad, en usuarios, en tiempos de uso y en programa.
Por su parte, los condensadores –que han seguido desarrollándose hasta los años 80, debido a la influencia que los constructivistas tuvieron en Le Corbusier y en sus seguidores– , eran en su mayoría edificios de vivienda mínima en donde, por cuestiones económicas e ideológicas, se segregaron una serie de funciones de la vida privada y se convirtieron en públicas.
La visión maquinista de la vivienda invitaba a separar las funciones como quien separa los procesos productivos. Y de la misma manera que los procesos productivos se abaratan ajustando al máximo el espacio, también la sistematización y compactación de las funciones vitales revierten en un ahorro para el promotor, en este caso el Estado.
La peculiaridad programática de estos prototipos –capaces de alojar a más de 1.000 habitantes–, se despliega en planta y sección con la variedad de una pequeña ciudad. Pueden encontrarse las mismas funciones que en un híbrido, sobre todo en las Unités y sus descendientes, en las que se insertan comercios e incluso oficinas en la denominada calle interior. Sin embargo la diferencia estriba en que todas las funciones están pensadas, no para crear intensidad y vitalidad en la ciudad, no para atraer flujos de usuarios externos, ni tampoco para favorecer la mezcla ni la indeterminación, sino para conseguir un edificio autosuficiente y “completo” que pueda aislarse de la ciudad convencional.
Es decir, que la presencia en planta y sección de varias funciones subordinadas no otorga categoría de híbrido a un edificio de vivienda. De la misma manera que un equipamiento que incluya un variado programa de uso público no sería un híbrido, sino una versión moderna del condensador social, en su modalidad club. La hibridación no es sólo de programa, sino también de iniciativa, de inversión y de gestión.
Rem Koolhaas –un rendido seguidor de los constructivistas–, durante su recorrido delirante por la historia de Nueva York, se detiene en el Downtown Athletic Club y lo describe como un edificio en el que por primera vez han triunfado los poderes de transformación del condensador social constructivista.
No se refiere a la versión para vivienda comunal, sino a la tipología del club de trabajadores. El programa en altura de un edificio dedicado al ocio y al culto del cuerpo, por el que los solteros del distrito financiero ascendían hasta “alcanzar nuevos estratos de madurez, transformándose para ello en seres nuevos” le pareció la culminación de los ensayos hechos por Leonidov en los años veinte, con la diferencia de que el Downtown no necesitó el visto bueno de Stalin y pudo construirse.
Es sintomático que se detenga en este edificio y lo compare con un condensador porque, si hacemos caso a Fenton, dicho edificio es un híbrido que se compone de un club deportivo en las plantas inferiores, un hotel en las superiores y un restaurante en el centro para los usuarios de ambos programas. Sin embargo, que de una misma realidad puedan extraerse análisis tan dispares, es sintomático del potencial que engendraban los primeros híbridos y que la segregación de usos, que siguió a la Carta de Atenas, relegó al olvido durante varias décadas.
El híbrido americano fue herido de muerte después de la Segunda Guerra Mundial. Su coetáneo el condensador había sucumbido mucho antes, no sólo en su versión club, considerado por los estalinistas un prototipo demasiado elitista, sino también en su versión doméstica.
Las dom-komuna fueron rechazadas por los propios habitantes, deseosos de mayor intimidad y por sus dirigentes, pues demostraron ser unas estructuras inmanejables con la tecnología de la época.
Sin embargo, estas dos visiones del mundo, representadas en sendos modelos antagónicos, el hijo de la ideología frente el hijo del dinero, han seguido reencarnándose, con mayor o menor intensidad hasta nuestros días. En el curso de los últimos 80 años los condensadores han sufrido algunas derrotas, la mayoría debidas a su deseo de programar y enclaustrar la vida de sus usuarios –los casos de Corviale o Park Hill han sido los más dolorosos para los defensores del modelo. Mientras, los híbridos han tenido una época de mutación en manzana híbrida, para atraer la inversión y facilitar la gestión, con resultados como el Barbican o Ihme Zentrum, que junto con otros ejemplos notables se incluyen en el análisis comparativo que acompaña a este texto.
En los últimos años, el balance de modelos a seguir parecía favorecer al híbrido. Después del repunte teórico de los ochenta, del que han quedado ejemplos en la obra de Steven Holl y de Ábalos & Herreros, entre otros autores, reapareció a principios del siglo XXI, de nuevo como el salvador de las ciudades americanas, a través de proyectos como el Museum Plaza. Desprovisto de carga ideológica y dotado de una gran versatilidad, el híbrido está encontrando también su lugar en Europa, por no hablar de Asia, donde la mezcla de usos ha sido consustancial al desarrollo de sus ciudades.
Es posible que el híbrido haya vampirizado el poder de su antagonista para modelar la conducta humana -aunque no en la dirección que habían previsto los idealistas rusos- y lo haya añadido a su capacidad natural para activar la ciudad. Su vigor de híbrido le favorece en situación de crisis, aunque tiene el talón débil de la financiación. No es un prototipo disciplinar, sino una concentración de intereses, no se basa en la tradición sino en el futuro y su supervivencia depende del consenso. Que lo confundan con un condensador social es, sin duda, lo de menos.
Más artículos
lunes, 4 de octubre de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)